La Filosofía Taoísta y Occidente: el médico como mecánico

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Todo lo que es observable por los sentidos está sometido al cambio y en consecuencia al movimiento… existen ciclos conectados de cambios…no se puede ordenar a los vientos y a las mareas que cesen, pero se puede aprender a navegar en corrientes azarosas si nos conducimos en armonía con los procesos imperantes de la trasformación, y así hacer frente a las tormentas de la vida.

Todo lo que es observable por los sentidos está sometido al cambio y en consecuencia al movimiento… existen ciclos conectados de cambios…no se puede ordenar a los vientos y a las mareas que cesen, pero se puede aprender a navegar en corrientes azarosas si nos conducimos en armonía con los procesos imperantes de la trasformación, y así hacer frente a las tormentas de la vida.

El propósito de la Medicina China es proteger la vida humana preservando las condiciones dentro de las cuales se desarrolla. Cada uno de nosotros es representado como un ecosistema así como la vida dentro de él. El equilibrio de fuerza dentro de nosotros (Yin-Yang, Frío-Calor, Sangre-Energía) determinan nuestro clima interno, nuestra salud o enfermedad.

La Medicina China defiende la lógica de que el mejor remedio contra el desastre es evitarlo, la mejor cura de la enfermedad es la prevención.

El nei Jing, un clásico de la medicina escrito en el siglo II a.C., manifiesta:

Mantener el orden en vez de corregir el desorden es el principio fundamental de la sabiduría. Curar la enfermedad después de que ha aparecido es como cavar un pozo cuando uno ya tiene sed, o como forjar las armas cuando la guerra ya ha empezado.

El verdadero médico enseña el Tao (camino), cómo vivir. Los médicos chinos tradicionales aprenden a cultivar el bienestar así como a corregir la salud enferma. Anticipándose, la medicina china sabe que las tormentas interrumpen el buen tiempo, que la enfermedad nos acecha y logra establecer cuando somos vulnerables. Su estrategia es hacernos capaces de resistir la tormenta sin que nos inhabilite y de acumular recursos en los tiempos de bonanza, de paz y de plenitud.

En China un médico tradicional sólo necesita llevar unas agujas y recoger unas hierbas del campo para atender a sus pacientes. Debido a que ésta medicina era tan accesible, después de la revolución de 1949 se formaron muchos miles de “Médicos Descalzos” para responder a las grandes necesidades de la población china de recibir atención médica. Así se proveyó a gente corriente con las herramientas para lograr el control de sus propias vidas.

En contraste con este modelo, a los médicos occidentales se les asigna el papel actico (poderoso) mientras que los pacientes se resignan con el pasivo (impotente). El médico chino interactúa con el paciente actuando como maestro, compartiendo conocimiento y poder. De ese modo el médico y el paciente estaban comprometidos en el esfuerzo común de comprender el problema y lograr la curación.

Los sabios describen un estado sin sufrimiento y una manera de llegar a él. Esta manera no es buscar un remedio único, una panacea, una varita mágica, sino comprender en el continuo proceso de aprender a estar más animado, más conectado: lleno de vida.

La filosofía de Occidente se basa en la premisa de que los humanos están separados de la naturaleza y del mundo, al igual que una máquina, puede ser desarmado y reducido a sus partes integrantes.

La realidad está localizada en la estructura tangible de la materia: la cual puede medirse, cuantificarse y analizarse. Con Aristóteles, la realidad vino a significar aquello que podía ser demostrado materialmente. La materia se entendía como algo real, fijo e inmutable.

En el siglo XVII, el matemático francés Descartes marcó la revolución científica de Occidente. El creía que podía existir una verdad cierta y absoluta, afirmando, ”Toda ciencia es un conocimiento certero y evidente. Rechazamos todo conocimiento que sea meramente probable y opinamos que solo deben creerse aquellas cosas que sean perfectamente conocidas y sobre las que no queden dudas”. Veía al mundo y todo lo que había en él como una máquina. Consideraba al cuerpo humano como una máquina comparándolo con un reloj bien construido. También veía al cuerpo separo de la mente. “No hay nada en el concepto del cuerpo que pertenezca a la mente y nada en la mente que pertenezca al cuerpo”

Cuando las personas son como maquinas, los médicos se convierten en mecánicos. Disociar las partes permitió a los médicos occidentales identificar una entidad enferma como el componente defectuoso y separarlo del organismo en su totalidad.

Con el tiempo, el matrimonio de la ciencia, la industria y la medicina engendró una época de innovación y especialización. Como consecuencia, la mente y el cuerpo humano se dividieron y se redujeron en áreas de investigación más diversas y refinadas.

Los químicos empezaron a percibir al cuerpo como una maquina química controlada y regulada a través de los compuestos moleculares. Aparecen los primeros descubrimientos farmacéuticos como la penicilina, la aspirina, cortisona y la vacuna de la viruela. Los físicos desarrollaron la tecnología de radiación como los Rayos X, que favoreció la precisión del diagnóstico y tratamiento. Y por su parte los ingenieros inventaron las herramientas quirúrgicas y métodos para eliminar y reemplazar las partes defectuosas. Al cuerpo al igual que una maquina podía detenerse, desmontarse, repararse y ensamblar nuevamente. Estas innovaciones contribuyen a la resolución de las crisis sanitarias potencialmente devastadoras y contribuyeron a la medicina moderna.

La medicina occidental ha logrado diseccionar con tanto éxito el cuerpo que ahora sufre de “hiperseparación”, en la cual el todo no se percibe como una entidad significativa.

Esta hiperseparación se produjo en los albores de la moderna civilización occidental, cuando la materia se aisló de lo inmaterial, los humanos de la naturaleza y el proceso quedó congelado en leyes fijas y absolutas. El dualismo quebranto la unidad.

Cuando las personas son como máquinas, la medicina moderna se ve obligada a mantener la máquina en funcionamiento. Su propósito se define como evitar la muerte en vez de enriquecer la vida. Los cuerpos deben mantenerse vivos a toda costa porque morir se considera intrínsecamente malo. La muerte es el enemigo que se debe vencer. La vida y la muerte ya no forman parte de un ciclo continuo.

En la cultura antigua nada era intrínsecamente bueno o malo, simplemente era cuestión de la posición que uno asumía respecto de ello. Para una persona mayor morir en gracia de forma ceremonial podía ser un regalo del mismo modo que había sido un regalo la vida, conservar el tejido sin el espíritu habría sido una ofensa, un insulto peor que la muerte.

Terapeuta Holística en Medicina Tradicional China Nancy Carreras Armendaris

Bibliografía: Entre el cielo y la Tierra, Harriet Beinfield y Efrem Korngold

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